La familia Mumin en invierno by Tove Jansson

La familia Mumin en invierno by Tove Jansson

autor:Tove Jansson [Jansson, Tove]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Aventuras, Fantástico, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 1956-12-31T16:00:00+00:00


El gran tarro de arándanos agrios aplastados nunca había sido muy popular. Pero el jemulen replicó:

—No. Prefiero las fresas.

Después del desayuno, el jemulen se puso los esquíes y subió a la más alta de las laderas próximas, la que empezaba en la cumbre y sobrepasaba la cueva. En el fondo del valle, todos los invitados miraban hacia lo alto. No sabían qué pensar. Paseaban por la nieve, pisando fuerte, y se limpiaban la nariz de vez en cuando, porque aquella mañana hacía mucho frío.

El jemulen comenzó entonces a descender como un rayo. Parecía algo aterrador. A mitad de la ladera, se desvió bruscamente, originando un torbellino de centelleante polvo de nieve, y continuó en otra dirección. Luego soltó un grito y volvió a desviarse de pronto. Ora avanzaba en un sentido, ora se precipitaba en otro, y su jersey negro y amarillo hacía lagrimear los ojos.

El trol Mumin cerró los, párpados y pensó: “¡Qué gentes más distintas son!”

Mía Diminuta se encontraba erguida ya en lo alto del monte y gritaba de alegría y admiración. Había roto un barril y tenía atadas dos duelas bajo las botas.

—¡Allá voy! —anunció a pleno pulmón.

Sin vacilar un segundo, Mía Diminuta se lanzó colina abajo. El trol Mumin la miraba con un ojo y se pacato en seguida de que Mía iba a conseguirlo. La expresión feroz de su carita llevaba la impronta de su dichosa confianza, y las piernas estaban tan rígidas como estaquillas.

Mumin se sintió de pronto muy orgulloso. Mía Diminuta no titubeaba, pasó a velocidad de vértigo casi rozando un pino, se tambaleó un poco, volvió a recobrar el equilibrio y, al tiempo que estallaba en una sonora carcajada, se tiró sobre la nieve, junto a Mumin.

—Es una de mis amistades más antiguas —explicó el trol al filiyonk.

—Te creo —replicó el filiyonk agriamente—. ¿A qué hora se almuerza aquí?

El jemulen se les acercó despacio. Se había quitado los esquíes y su hocico relucía de afecto y amistad cálida.

—Ahora enseñaremos a Mumin a esquiar —dijo.

—Preferiría que no os molestaseis, gracias —murmuró el trol, y se encogió hacia atrás.

Volvió la cabeza y buscó a Tutiqui con la vista, pero ésta se había ido. Quizás a pescar otra olla de peces.

—Lo principal es conservar la sangre fría, pase lo que pase —aleccionaba el jemulen, alentador, mientras aseguraba los esquíes a los pies del trol Mumin.

—Pero si yo no quiero… —murmuró Mumin lastimosamente.

Mía Diminuta le estaba mirando con las cejas arqueadas.

—Vamos, vamos —dijo sin compasión—. Pero no desde muy arriba de la colina.

—No, no; sólo el declive del puente —dijo el jemulen—. Dobla las rodillas. Inclínate hacia adelante. No dejes que los esquíes se separen. Mantén recta la espalda. Los brazos cerca del cuerpo. ¿Recuerdas todo lo que te he dicho?

—No —respondió el trol Mumin.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.